Miguel Cañas
Resumen
Resumen
Un sistema
electoral, por perfecto que sea, está sujeto a tres tipos de fraude que
dependen del comportamiento humano: Coacción o sustitución del elector en el
momento de seleccionar el voto; intimidación al elector para que no asista a
votar en centros adversos; y usurpación de identidad. Las dos primeras son muy
difíciles de probar a menos que el propio elector las denuncie. Para la
tercera, se puede usurpar la identidad presentando un documento de identidad
falso o, si hay complicidad en la mesa de votación, simplemente revisando el
cuaderno de votación al final de la jornada electoral y votar por aquellos
electores que no asistieron a ejercer su derecho al voto. El CNE, en un intento
por minimizar el fraude por usurpación de identidad, incorporó un captahuellas
a la Máquina de Votación el cual, por sí solo, no impide dicha usurpación pero
registra las huellas de los electores que acuden a votar, de manera que, un
análisis posterior y el castigo de aquellos que incurren en este tipo de
delito, sí puede ayudar a resolver el problema. Si el CNE no hace el análisis
de huellas, o no permite que los partidos opositores la hagan, entonces se
estaría demostrando que el captahuellas se incorporó a la Máquina de Votación
solo para amedrentar a los electores opositores vulnerables (empleados de
gobierno, beneficiarios de misiones, etc).
En Mayo de 2011 el
CNE anunció que la Plataforma Informática Electoral incluiría en la Máquina de
Votación el Cuaderno de Votación Electrónico y la captahuellas de manera de
asegurar un-elector-un-voto. El CNE realizó una enorme inversión en tiempo,
recursos humanos y sobre todo una inmensa cantidad de fondos públicos,
rediseñando todo el sistema de voto electrónico, a fin de incluir esta nueva
capacidad de autenticación del elector.
Este sistema
soñado nunca llegó a materializarse y lo que al final se logró fue crear un
sistema con un alto grado de intimidación y sospechas de que se hacía para
violar el secreto del voto. Después un año de trabajo, finalmente el CNE
permitió ver lo que había desarrollado, en la oportunidad de las auditorías
técnicas correspondientes a la elección Presidencial del 7O 2012, y se pudo
comprobar que la integración de la captahuellas a la máquina de votación no
impedía que una persona, electora o no de una mesa, pudiera votar varias veces.
Durante dichas
auditorías se pudo comprobar que el nuevo sistema preservaba sus
características principales:
a) Respeto a la
voluntad del elector.
b) Impresión de
acta en cero.
b) Exactitud en su
escrutinio.
c) Impresión de
acta de escrutinio automáticamente al cerrar la mesa.
d) Impide la
transmisión de resultados antes de imprimir el acta.
e) Se preserva el
secreto del voto.
Sin embargo, la
tan soñada y cacareada característica de un-elector-un-voto no se cumplió
debido a que un alto porcentaje de electores, mayor al 10%, no podía ser
comparado exitosamente a su propia huella, sumado al hecho de que el 8% de los
electores no poseían una huella digitalizada con calidad suficiente para ser
utilizada en un sistema electrónico.
Al final del día,
la máquina de votación que incorpora el Sistema de Autenticación Integral (SAI)
permite votar a toda persona, elector o no de la mesa, inscrito o no en el RE,
independiente de que tenga o no huellas almacenadas en la máquina o que la
huella real de su dedo sea autenticada exitosamente contra la huella
almacenada. Lo que sí hace la máquina con SAI es evitar que, en una misma
máquina, un elector que ya haya votado pueda votar de nuevo con la misma huella.
Siempre puede volver a hacerlo en la misma máquina con una huella de los dedos restantes
de la mano, siempre que no sea su otro dedo pulgar. Igualmente, un elector
puede votar en diferentes máquinas del mismo o diferente centro. Si el elector
no posee miembros superiores el Presidente de la mesa autoriza a votar al
elector utilizando una clave y colocando su propia huella. En cada caso, la
forma en que la huella fue autenticada, a saber: Coincide, No Coincide, Sin Huellas
Almacenadas, Sin Miembros Superiores, se almacena en la memoria de la máquina y
al cierre de la elección se transmiten al CNE. Estas incidencias, al igual que
la huella capturada, también son almacenadas en la máquina para futuro uso.
Vale la pena reiterar que durante las auditorías se demostró que no existe
relación entre el voto y la huella o incidencias por lo que se preserva el
secreto del voto.
La pregunta que se
hará el lector es ¿Porqué el CNE impuso el captahuellas integrado a la Máquina
de Votación, o SAI, si no garantiza un-elector-un-voto tal como lo ofreció
originalmente? La respuesta más sencilla e inmediata es que se quería intimidar
al elector sobre el secreto del voto y, además, la incertidumbre que produce en
muchas personas el uso de este sofisticado sistema electoral, hace que pidan o
requieran de ayuda para votar, dando oportunidad a que muchos electores puedan
ser coaccionados en el momento de votar. Sin embargo, como se dijo
anteriormente, el sistema almacena todas las incidencias y huellas capturadas durante
la autenticación, pudiendo poner en evidencia un posible fraude electoral por
usurpación de identidad en aquellas mesas con incidencias mayor de lo normal. Un
análisis posterior de las huellas podría determinar inequívocamente quiénes
votaron usurpando identidad y ser enjuiciados por este delito electoral. Hasta
el momento no se sabe si el CNE ha procedido a aplicar la Ley por este tipo de
delito electoral. Si lo hiciera, el delito por usurpación de identidad
desapareciera o fuera mínimo.
Después de todo, si
descartamos la intimidación sobre el secreto del voto, el Sistema Electoral con
el SAI tiene ventajas que deben ser analizadas seriamente. Para poder apreciar
las ventajas de un sistema con cuaderno electrónico y captahuellas incorporado,
es útil hacer una simple comparación con sistemas manuales o electrónicos sin
captahuellas. Un sistema manual permite votar a cualquier persona sin otra
limitación, en el caso venezolano, que la de presentar la cédula de identidad
para poder ser ubicado en el cuaderno de votación. Es muy difícil asegurar que
una persona es o no la misma de la cédula, salvo en casos extremos, hombre por
mujer, joven por anciano, etc. Ahora bien, si en un centro electoral hay
testigos de un solo candidato y los miembros de mesa no lo impiden, el sistema
manual permite llenar el acta adjudicando todos los votos de la mesa a un solo
candidato y, si se tiene cuidado con llenar las papeletas correspondientes y
meterlas en la caja de resguardo o urna electoral y rellenar el cuaderno de
votación con firmas y huellas falsas, no hay manera de poder probar a ojo este
tipo de fraude, a menos que el cuaderno se someta al estudio de grafólogos y
dactiloscopistas entrenados a tal fin. Esto es lo que se denomina popularmente
como acta-mata-voto, una de las principales debilidades de los sistemas de votación manuales, mientras
que un sistema electrónico como el venezolano no permite que se modifique el
acta una vez impresa.
En el caso de un
sistema electrónico automático como el utilizado por el CNE desde el Referendo
Revocatorio del 2004 hasta las elecciones Parlamentarias del 2010, como se dijo
antes, no permitía el acta-mata-voto pero, cualquier persona que contara con la
complicidad de testigos y miembros de mesa, podía meter todos los votos de una
máquina de votación, inclusive, sin saber las cédulas de los electores. Solo
bastaba apretar el botón que activa la máquina tantas veces como electores pertenezcan
a la mesa. Este sistema, como lo conocimos hasta el 2010, se podía votar a
razón de 3 votos por minuto, con lo cual a una máquina con un mayor número de
electores (600), se podían meter todos los votos en menos de 4 horas. Si todas
las boletas impresas se introducían en la caja de resguardo o urna electoral y
se tenía cuidado de rellenar el cuaderno electoral con firmas y huellas, era
prácticamente imposible demostrar el fraude a ojo. Solo expertos grafólogos y
dactiloscopistas podrían detectar este tipo de fraude revisando detalladamente
el cuaderno de votación. Para una persona sin entrenamiento sería muy difícil
asegurar que una firma es plana o que una huella no coincide con la del
elector. Esto último no debe ser excusa para que el CNE se niegue a que los
cuadernos se revisen con todo detalle durante las auditorías posteriores pues,
a simple ojo, se pueden comprobar si electores de los que se posea partida de
defunción aparecen votando al igual que electores homónimos, o si la cantidad
de votantes del cuaderno no coincide con la cantidad de votantes del acta de
escrutinio y comprobantes de voto en la caja de resguardo.
El nuevo sistema electoral
automatizado del CNE con el cuaderno electrónico y captahuellas incorporado,
SAI, tiene la particularidad que para activar la máquina se requiere de una
huella, legítima o no. La única limitación es que esa misma huella no haya sido
usada antes en la misma máquina. La huella puede ser de cualquiera de los dedos
de las dos manos. Si un elector legítimo vota en una máquina debe presentar el
dedo pulgar indicado por el operador según se indica en la pantalla del SAI. Si
el elector presenta otro dedo cuya huella no esté registrada también puede
votar. No hay manera de que el sistema sepa cuál dedo está presentando el
elector, razón por la cual se les pide a los miembros de mesa y testigos que
estén pendientes de las instrucciones que el operador debe dar al elector
siguiendo las indicaciones que aparecen en la pantalla del SAI. A pesar de que
el sistema SAI sea usado correctamente, está sujeto que falle con un alto
número de electores (cercano al 10%) de manera permanente (la edad y algunos
trabajos manuales arruinan las huellas).
Es por esto por lo que, sumado a la falta de huellas, el CNE tuvo que reducir las exigencias y
permitir que todo elector vote sin estar firmando planillas, como se anunció
originalmente, coincida o no la huella, o no tenga huella almacenada en la
máquina, o no pueda presentarla por no tenerla.
Si comparamos con
el sistema manual o el electrónico sin captahuellas, los cuales permiten votar a
cualquier elector, legítimo o no de la mesa, no podemos saltar de inmediato a
conclusiones que el sistema con cuaderno electrónico y captahuellas incorporado
sea más fraudulento porque permita votar a los mismos electores en las mismas
condiciones que los otros sistemas. En todo caso podemos señalar al CNE de no
ser sincero al decir inicialmente que el sistema aseguraba un-elector-un-voto y
luego no aclarar el tema, como tampoco aclaró de manera creíble que el sistema sí
respetaba el secreto del voto. Pero el nuevo sistema con SAI sí nos ofrece algo
adicional: registra las huellas de todos los electores que efectivamente
sufragaron, en forma legítima o no. El adecuado procesamiento y divulgación de
esta información es esencial para poder detectar, con evidencia en mano,
posibles fraudes electorales, de forma contundente.
Como conclusión,
podemos asegurar que el sistema electrónico del CNE con cuaderno electrónico y
captahuellas incorporada, SAI, tal como se ha usado en las elecciones del
7O, 16D y 14A, no impide que una
persona, electora o no de una mesa, vote más de una vez en la misma o
diferentes mesas, usando varias huellas de dedos diferentes de las manos. El
sistema tiene características que impide que una sola persona pueda meter todos
los votos de la mesa. Para meter todos los votos de la mesa se requiere complicidad
de otras personas, electoras o no de la mesa, que coloquen sus huellas. En todo
caso, y tal como se ya se ha mencionado, todas las incidencias y huellas
utilizadas quedan grabadas y pueden ser utilizadas posteriormente para
determinar delitos electorales y, en consecuencia, la legitimidad de una
elección. Las incidencias producidas durante la autenticación de cada elector (Coincide,
No Coincide, Sin Huellas Almacenadas, Sin Miembros Superiores) son transmitidas
al CNE al momento de transmitir el acta de escrutinio, por lo que están
disponibles para ser usadas en las auditorías posteriores, pero el CNE no ha
permitido que esa información se use por los partidos de oposición. En
sustitución el CNE ha ofrecido las incidencias agregadas por Municipio pero
esto es inaceptable pues las incidencias empiezan a ser de utilidad si se
entregan agregadas máximo por mesa. Por otro lado, las huellas con las que
elector votó deben ser extraídas de las máquinas de votación una vez se haga el
repliegue de las mismas. Un análisis de duplicidad de huellas puede tomar dos o
más semanas de tiempo a una computadora bastante poderosa y la participación de
dactiloscopistas y, en consecuencia, el CNE ha usado la excusa de este largo
tiempo para no entregarlas nunca. El lector puede sacar sus propias
conclusiones.
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